quienes nos dio ese loco empujón por la cuesta arriba de la solidaridad, con
la energía que es imposible frenar. Ya tenemos a Miguel en el espacio donde
nunca podrá escaparnos y ha salido del mundo contra el que siempre luchó. Su
voz, su consejo y su ironía siguen en el aire provocando sonrisas y debates,
rebotando en los muros e intransigencias del mundo que ha dejado. Su
autocrítica nos facilitó a los demás hacer el dia a día comprensible y
militante.
No tuve que permanecer a su lado para saber hacía donde seguía empujando con
sus acciones, sus recuerdos, sus enfados y alegrias y sus utopias; cada vez
que me encontraba con Miguel era enfrentándose ante un nuevo dolor, luchando
contra otra injusticia, en ese momento estratégica.
Tengo pena. Se ha juntado toda la pena de este último tiempo por saberle
enfermo, por no poder verle, por no poder despedirle como merece. Se me va
un maestro. Miguel descansa al fin de su afán de darle un justo futuro a la
especie humana, aunque seguro que él diría; "ahí os dejo toda la tarea".
Juan